Ecología política: dejar atrás la categoría «naturaleza»

 

Pensar la ecología política implica observar la manera en que la política (entendida como espacio para la toma de decisiones) y la naturaleza (entendida como espacio de reproducción de la vida) se entrelazan.* Pero, también, permite pensar críticamente respecto a la manera en cómo se piensa a sí mismo el ser humano en el planeta y la forma en que representa la naturaleza. En este sentido, la relación «política-ecología» se vuelve un problema de análisis epistemológico en el que resulta necesario discutir varios conceptos: ciencia, política, naturaleza, ser humano, así como la manera en que estos se relacionan.

Todo esta cruzado por la política, y sobre todo, por la manera en que se entiende la política, es decir, la forma en que se entiende la participación dentro de las cuestiones públicas y la justificación de las decisiones tanto como las acciones con las que se participa en problemáticas comunes. La política puede entenderse como un espacio de disputa y acción, pero, fundamentalmente, como la capacidad de imponer los criterios predominantes para la comprensión y la acción. La ciencia también es política y la manera en que define la naturaleza (ámbito de su jurisdicción), no está exenta de los intereses y las disputas de poder que atraviesan a la política.

En ciencia todo esta sujeto a discusión, excepto, al parecer, bajo ciertas circunstancias, la idea de objetividad que sostiene a la noción de Ciencia (escrita con mayúsculas). La epistemología política permite poner en cuestión el supuesto ontológico de la Ciencia: la objetividad. A partir de ello, reflexionar la relación entre la ciencia y el mundo de lo social, la ciencia y la política, la ciencia y la subjetividad (con todos sus sesgos, intereses, preferencias y representaciones). 

El prestigio de la Ciencia y su validez se sostiene en relaciones de dominación. La sombra de la Caverna en Platón permite establecer una analogía para distinguir entre el mundo válido y el no válido, entre el discurso unívoco hegemónico y una comprensión plurívoca de la realidad. Aquí, el «pluriverso» es entendido en oposición a la imagen binaria de la caverna que enmarca la existencia en dos ámbitos: lo real y lo no real, la ciencia y la sombra que se opone a la tiranía de la objetividad.

El análisis epistemológico-político de la categoría naturaleza permite construir una crítica tanto a la ecología política como a las «políticas verdes» y a los activismos que, al defender una causa aparentemente sistémica, posicionan perspectivas particulares, reproducen modelos de dominación, reflejan la configuración de estructuras de clase y, en fin, hacen de la naturaleza el sujeto/objeto vulnerable que necesita ser nombrado, apropiado y defendido, siempre desde la óptica que establezca el sujeto rescatador/dominante. Ante esta perspectiva crítica se entiende la necesidad de sustraer la concepción de naturaleza (entendida como categoría de apropiación) de la comprensión epistemológica de la «ecología política». 

La idea de naturaleza ha sido frecuentemente puesta al servicio de intereses particulares, vinculados a perspectivas filosóficas, científicas, políticas y económicas que justifican su explotación. Extirpar la fetichización de lo que se comprende por naturaleza abre la posibilidad de relocalizar su significado fuera de los límites de la instrumentalización civilizatoria, que busca a toda costa el desarrollo.


Iván Escoto

 



* Comentario a Latour, B. (2004). «Why political ecology has to let go of Nature». En Politics of nature. (Hardvard University Press).

 

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